viernes, 2 de abril de 2010

Anochece


Veo el sol queriendo esconderse tras de la montaña púrpura llena de cuevas y grietas, en donde se refugian los últimos dragones de Carian.

Es la hora en que ellos se retiran a descansar tras de las penosas jornadas para conseguir el escaso alimento que hay en la abrupta sierra.

Ya no suelen bajar a las aldeas, porque los humanos les tienden trampas para después matarlos, así que se las arreglan cazando cabras monteses y ciervos desperdigados en la llanura, que no son muchos. La supervivencia se complica para estas maravillosas criaturas.

Son seres inofensivos y sensibles. Lamentablemente la gente los confunde con la pavorosa estirpe de los Anauhan, verdaderos asesinos de hombres.

Ellos saben que siempre los observo. Casi percibo que me ruegan por su supervivencia, pero para mí eso es imposible. No hay nada que yo pueda hacer por ellos.

Desde que decidí vivir en esta cueva, me aceptaron como parte de su mundo, e incluso algunos se acercan para escuchar mi voz cuando los llamo, lo que por lo visto les resulta esperanzador.

Después planean un rato antes de regresar con sus compañeras y sus hijos. Consideran sagradas a sus familias.

Anochece, pues el sol se oculta tras de la montaña púrpura.

También anochece para la maravillosa estirpe de los desesperados dragones de Carian.