miércoles, 3 de marzo de 2010

El rayo de sol


Venía de muy lejos, y era uno de miles de millones de su género que atravesaron los enormes espacios del sistema solar sin siquiera conocer su objetivo ni su destino.

Llegó por azar a la superficie del planeta azul y verde, y su trayectoria irrenunciable lo posó sobre una hoja de una planta junto a una charca.

Ahí se convirtió en energía transformadora, y nunca más supo qué fue de él o de su esencia.

Jamás supo que aquella hoja que reverdeció con su presencia, sirvió de alimento a un unicornio azul que desfallecía de hambre, el cual, ya reconstituido, fue quien salvó la vida del hada Adlín, quien a su vez eliminó con sus poderes al maléfico hechicero Barbeco, quien mantenía esclavizados a los duendes de Honiala.

Hoy, éstas pacíficas y agradecidas criaturas, tienen en su ciudad un extraño monumento dedicado a un rayo de sol desconocido, cuya inesperada presencia salvó a su especie de la extinción a manos del malvado hechicero Barbeco.