domingo, 25 de octubre de 2009

Un mundo feliz


Existe, en el mundo de la fantasía del que tan poco sabemos, un reino en donde viven únicamente criaturas frágiles, ligeras, irisadas y perfectamente redondas, increíbles seres que los humanos conocemos como pompas de jabón.

“En nuestro mundo también existen pompas de jabón”, me dirán los lectores. Pero debo advertir que aquéllas que viven en ese indescriptible reino en el mundo de la fantasía, son pompas de jabón conscientes, vivas y pensantes, capaces de organizarse socialmente y de desarrollar su propia tecnología para mejorar día a día su calidad de vida.

“¿Pompas de jabón tecnológicas?”, dirán algunos humanos carcajeándose.

En mi calidad de investigador académico de mundos fantásticos, tuve oportunidad de hacer una tesis acerca de cómo viven las pompas de jabón cuando los humanos no interfieren en sus asuntos. Para ello, aprovechando el financiamiento que me otorgó la Universidad de lo Increíble, viajé hacia el Reino de las Pompas de Jabón.

No fue fácil conseguir la visa. Son criaturas difíciles, complicadas y quisquillosas, pero tienen razón de serlo, pues debemos recordar que son frágiles, y si no se cuidan, su vida puede ser efímera.

También, para comprender lo anterior, debo hacer saber a mis lectores que al lado del Reino de las Pompas de Jabón hay un país en donde viven sus peores enemigas, llamado el Reino de las Puntas y las Aristas. De ese lugar se infiltran a diario y subrepticiamente, cientos de agujas y alfileres terroristas dispuestas a generar desmanes entre nuestras redondas y vulnerables amigas.

Ahora quiero describir un poco la vida de las pompas de jabón en su inigualable reino.

En su prehistoria, eran como las conocemos en nuestro mundo: totalmente vulnerables y de vida efímera. Al principio sufrieron mucho, pero…

Hoy, gracias a su natural inteligencia, han aprendido muchas cosas, y su calidad de vida es envidiable.

Nacen en viveros. Poseen ventiladores sutiles que empujan las películas de jabón formadas en pequeños aros metálicos, y de ahí surgen las nuevas criaturas, que, antes de ser liberadas al mundo exterior, son conducidas por suave brisa hacia la escuela.

Sería injusto liberarlas, desde luego, sin antes instruirlas acerca de su vulnerabilidad, de sus maravillosas capacidades, y de la existencia de sus terribles enemigos naturales: las aristas, las puntas, las agujas y los alfileres.

También en esa escuela se les refuerza su autoestima, haciéndoles ver que son esferas perfectas, y que, por lo mismo, son capaces de generar reflejos irisados muy bellos, y que su ligereza, manejada tecnológicamente, puede hacerlas volar y extender su esperanza de vida de manera ilimitada.

Así salen a la vida. Saben, como las aves, manejar las corrientes de aire caliente ascendentes, que les permiten planear indefinidamente.

Cuando llega la noche, las bajas temperaturas inhiben el viento, por lo que suelen descender y reposar en el suelo, tapizado generalmente por pétalos de rosa, para evitar accidentes fatales.

Es ahí, entre los pétalos de rosa, en donde suelen esconderse las malignas agujas y alfileres, esperando reventar a las pompas de jabón. Por eso nuestras amigas son tan rigurosas a la hora de extender visas para visitar su reino.

Conviví, por cosas de la vida, con esas inimaginables criaturas, lo suficiente como para admirarlas, para reconocer que son únicas, pero también para saber que las envidias de las agujas y alfileres son tremendas, y que, si las pompas de jabón se descuidan, su maravilloso reino podría desaparecer, y solamente sobrevivirían en el nuestro, simplemente como mascotas inanimadas de nuestros domingos en los parques populares, en donde los niños humanos las generan y las maltratan sin llegar a comprender jamás su maravillosa esencia.