viernes, 6 de febrero de 2009

El ojo que lo miraba


Se despertó a la misma hora de siempre, con las mismas preocupaciones de siempre…y ese día, con una más: en cuanto abrió los ojos tuvo la sensación de ser observado.

No era su mujer quien lo miraba fijamente, puesto que ella aún dormía plácidamente.

Encendió la luz de la mesa de noche para confirmar su sospecha, y sí: a menos de dos metros de él, cerca del techo de la habitación, había un ojo que lo miraba fijamente.

Él reconoció que no se veía hostil, sino curioso, aunque severo y escrutador.

Como ya era hora de salir de la cama, lo hizo sin dejar de mirar al ojo. Éste lo siguió fijamente mientras se dirigía al cuarto de baño. Trató de cerrar la puerta tras de sí, pero fue inútil: el ente penetraba la materia.

Optó por no ducharse, un poco por el rubor de desnudarse ante un desconocido, otro poco porque empezaba a ponerse de verdad nervioso ante lo misterioso.

El ojo no dejó de mirarlo mientras se desayunaba. En eso, apareció su esposa en la cocina. Él le comentó acerca del observador omnipresente, y ella le dijo que no lo veía, por lo que debía ser seguramente un delirio suyo. El hecho es que solamente él lo percibía.

Tomó el auto hacia el trabajo, y el ojo lo acompañó en el viaje sin dejar un segundo de mirarlo.

Sus compañeros de trabajo no lo vieron, y él optó por no decirles nada acerca de su extraño acompañante que no lo abandonó un segundo en toda la jornada laboral.

Regresó a casa junto con el ojo fisgón. Ante la incertidumbre, se acostó y se durmió

A la mañana siguiente, el ojo ya no estaba.

Por una parte se sintió bien, sin la presión de un observador obsesivo encima, pero, por otra parte, la oportunidad de entender ese extraño fenómeno se había esfumado para siempre.

Los días que siguieron a aquella extraña experiencia fueron de meditación y análisis:

¿Qué era ese ojo? ¿De dónde provenía? ¿Por qué lo había elegido para ser observado? ¿Por qué nada más lo había hecho un sólo día? ¿Estaría observando a otras personas o nada más a él? ¿Sería producto de alta tecnología en poder de su suegra?, ¿Sería acaso un delirio producto de su abuso del alcohol o del tabaco? ¿O respondería a la subjetividad de su conciencia no del todo tranquila?

Mientras tanto, a quince años-luz de distancia, el ingeniero Xtriuff del planeta Frxxtunia, responsable del novedoso proyecto lúdico “ojo latoso”, se moría de la risa de la simpleza de la vida y de las reacciones absurdas de los primitivos y cómicos habitantes del planeta Tierra, las criaturas ideales con las cuales acabar de perfeccionar su nuevo invento: el divertido juguete de su creación estaba casi listo para ser comercializado.