domingo, 28 de diciembre de 2008

La cervecería de los monstruos


Todas las mañanas, un poco antes del medio día, se reúnen en la cervecería de Drácula todos los monstruos de Villa Espantosa.

Suelen brindar con cerveza y comer tapas de dedos (sí, dedos de manos humanas) para matar el apetito y platicar de las monstruosidades realizadas la noche anterior.

Ahí el hombre lobo cuenta acerca de los niños devorados durante sus andanzas nocturnas, mientras que los vampiros eructan orgullosos sus empachos de sangre humana.

Frankenstein, quien está un poco desprestigiado en este círculo de amigos por tener fama de ser un buenazo, habla nada más de cómo la gente huye despavorida de su presencia cuando aparece por las calles de Ginebra.

Alien también platica de sus hazañas, pero desde otra mesa, pues tiene prohibido sentarse con los demás por los charcos de baba que va dejando. Hace siempre un recuento de los astronautas devorados, y presume de sus “ahorros” en cuerpos humanos en descomposición en su maloliente nido.

El jinete sin cabeza habla de degollados, mientras el monstruo de la laguna negra lo escucha boquiabierto con su aroma a pantano putrefacto.

Nessie sigue disfrutando de ser una leyenda desconcertante entre los habitantes de Escocia, si bien nunca habla de sus víctimas. Dicen las malas lenguas en la cervecería que solamente devora peces.

Un poco más tarde aparecen por ahí algunos zombies hambrientos que no lograron satisfacer su apetito la noche anterior, a pesar de sus largas rondas por las calles de la ciudad, pero como el frigorífico de Drácula está siempre lleno de brazos y piernas humanas, ellos disfrutan de sus cervezas, mientras matan el hambre que les genera el vivir enterrados en el cementerio local, y escuchan divertidos las hazañas ajenas.

Y así, entre historias, chistes y bromas, la reunión se prolonga hasta altas horas de la tarde, cuando el sol empieza a ponerse, pues llega la hora de retirarse a ganarse la vida. Piden la cuenta y la pagan como debe ser.

Todos ellos son criaturas serias y productivas. Tienen familia y muchas responsabilidades que atender durante la naciente jornada laboral.